Los ni-nis de los inmigrantes

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a sido muy positivo el que se haya clasificado con sorna y sarcasmo a una parte del sector de la juventud mexicana que solo vive, eso, sólo vive, porque ni estudia ni trabaja, de ahí que acertadamente se les llame ni-nis. Muchachos de 18 a 25 años que viven a la sombra de sus padres o de la misma sociedad, atenidos a lo que les den, les regalen, haciendo uso del engaño cotidiano de los que dicen hacer y no hacen nada.

Los inmigrantes radicados en los Estados Unidos, incluyendo aquellos que apenas ganan el salario mínimo, también están propiciando la permanencia de los ni-nis de su pueblo, de sus ciudades de origen, al mandar dinero periódicamente, creando un muy suave colchón económico para sus familiares jóvenes, quienes, atenidos al envío de los dólares no quieren trabajar o estudiar.

Estos ni-nis nuestros, comparan lo que reciben en la remesa mensual, quincenal o semanal, con lo que allá se paga en la fábrica, en el taller o en el supermercado y ven que el monto del salario no es muy diferente al de los dólares que les llegan sin hacer nada.

Mi pueblo de origen, Cerritos, San Luis Potosí, tiene sus propios ni-nis, jóvenes esperanzados a los dólares que cobran periódicamente, dinero que tal vez no es mucho, pero suficiente y comparable con el salario de la cementera instalada desde hace 10 años en Montaña, fracción del municipio ubicada a 10 minutos. Dicha empresa cuenta con unos 300 trabajadores de los cuales la mitad o menos son de Cerritos, los demás han acudido de la Huasteca potosina, otros son centroamericanos.

Como mi municipio, uno de los que han arrojado más trabajadores hacia los Estados Unidos, hay cientos en todo el país, con empresas que dan salarios que tienen que competir con los dólares que recibe la población de sus propios emigrados.

Si bien es cierto que las compañías deben pagar más, también en cierto el incremento de vagos, producto de la generosidad de sus familiares, padres, hermanos, abuelos, tíos y tías, dispuestos a “ayudar” en lo que sea a la familia que han dejado allá.

Afortunadamente sabemos de no pocos inmigrantes que se han dado cuenta de la pereza de estos ni-nis, y han pedido constancias de los que se hace allá con el dinero que envían, a quién va, quién lo gasta y en qué, pero esta actitud, esta preocupación debe ser la de todos los que enviamos dinero a México, para no ayudar al crecimientos de este sector de ni-nis, a los cuales hay que tratar de cortarles el envío de dólares y, si llaman pidiendo dinero con cualquier pretexto, hay que decirles enfáticamente: no, no.