“Asegurar las fronteras”, es una de las frases más citadas en el debate nacional sobre inmigración, aun por los legisladores moderados que están de acuerdo en una pronta normalización de residencia para millones de inmigrantes indocumentados.
No obstante, también en esto fallan los “expertos”, por qué asegurar supuestamente las fronteras, ya sea con una extensa y muy alta barda y con miles de agentes fede-rales más, no soluciona el problema que no es físico, sino eminentemente humano y en segundo lugar, social y económico.
Preocupa tanta simpleza de personas moderadas y centradas como el propio ex-senador Mel Martínez, quien, al ser entrevistado el domingo pasado en el programa “This Week” de la cadena ABC, repitió la conocida frase que, según él, envuelve la solución ideal al caso: “primero, hay asegurar las fronteras”, dijo.
Mientras haya desigualdad social y económica entre México y otros países pobres frente a los Estados Unidos, la llegada diaria de miles de personas se seguirá viendo y quien desee llegar a este país no necesariamente tiene que saltar la barda, o pagarle a un coyote o a un pollero, esto aparte de que aún no se construye una cerca capaz de contener el ingreso ilegal en la frontera del sur.
Por otra parte, es muy significativa la cantidad de quienes ingresan a los Estados Unidos por mar, a través de otras fronteras y por medio de visas de turismo o de trabajo; mención aparte merecen los hijos de los inmigrantes indocumentados que se suman a la problemática que los “amigos” de la causa desean solucionar con otra barda más grande.
Y el ex-senador Martínez, no es sólo uno, son muchos los políticos que acuden al argumento de la barda como una solución que es simplista y que refleja la falta de imaginación para darle solución profunda y duradera a un caso que es tan humano, pero al mismo tiempo tan complejo.