Decenas de miles de personas de todo el país han participado en las diferentes protestas, ocupando calles y plazas de las ciudades más grandes, principalmente Nueva York, Los Ángeles y Chicago.
Pero, aparentemente, el mensaje se les está agotando, faltan líderes visibles y en su lucha está haciendo falta un enfoque que galvanice los sentimientos de millones de inconformes con esta crisis económica, que, a decir de los manifestantes, se debe a los banqueros y a las grandes corporaciones.
Nos extraña que, teniendo componentes humanos más estables y mejor posicionados social y económicamente, hayan producido una decepción más acelerada que las marchas a favor de los inmigrantes indocumentados que, aún sin líderes únicos y sin una cabeza visible, se centraron en una causa que produjo simpatías y pocos re-chazos en los medios como se están viendo ya con “Occupy Chicago”, “Occupy Wall Street” y demás.
Es que la crisis tiene muchas raíces y ninguna en específico, hay bancos que han tenido que ser clausurados, otros que han sido absorbidos por instituciones mayores, mientras que los billones prestados por el gobierno federal a tres o cuatro de los más importantes firmas bancarias permanecen como la base más visible de la inconformidad.
Tal vez cobrará energía y crédito este murmullo nacional de inconformidad al retornar en Chicago en el mes de mayo, cuando se llevan a cabo aquí las reuniones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y del grupo 8-G, como se llama a las naciones más industrializadas del mundo, pero, por hoy, el resonar de los tambores que surge del Grant Park, ya empieza a molestar hasta a los mismos participantes de la protesta, según un reporte de prensa dado a conocer el pasado lunes.