Continúan este fin de semana, en miles de templos católicos del continente, los novena-rios a la Virgen de Guadalupe, re-presentada en una imagen venerada por millones de cristianos de todo el mundo, especialmente de América. Pero la Guadalupana está muy incrustada en las mentes de sus fieles muchos de los cuales ven su imagen a diario, y se la imaginan por doquier, en cada piedra, en un árbol o hasta en un pan o una tortilla, en las que aprecian siluetas que parecen ser de la Virgen del Tepeyac.
Milagro o no, se exagera con tanta “aparición” en cualquier parte, lo que no va con la naturaleza histórica de la misma Virgen y sus apariciones acreditadas en forma institucional por la Iglesia Católica.
Hace unos años, en el barrio de Las Empacadoras se descubrió la formación en el tallo de un árbol que simulaba a la imagen de la Virgen de Guadalupe, entonces muchos vecinos se arremolinaron en torno a la figura, precisamente a un lado del templo de San José.
Mientras las personas rezaban y prendían veladoras, una monja de la escuela parroquial sale y disgustada les da una prédica que para mí resultó inolvidable, con palabras que iban más o menos así: “Qué están haciendo aquí, rezándole a un tronco, ahí no está la Virgen de Guadalupe, solo es algo que se le parece. Adentro, en esta iglesia hay una verdadera imagen copia de la que está en la Basílica de México y ahí está la Madre de Dios, solita, esperando que entren para que la acompañen”.
Al menos a mí sirvieron de mucho las palabras de la monjita regañona y valiente, porque eran decenas de hombres y mujeres los curiosos que iban a ver el tallo del árbol.
Es en esas personas precisamente en las que se enfocan los merolicos, “hermanas” y “maestros” que dicen que te leen la mano y se dedican a hacer “amarres” y prometen que te regresan a un ser querido que te dejó y usan en su propaganda la imagen de la Virgen de Guadalupe, aunque ni siquiera cristianos son.
Abundan los oportunistas que explotan la frágil voluntad del mexicano que se va con los colores, las figuras, metales y otros símbolos con lo que parece que es, y caen crédulos, pagando cientos de dólares por lo que termina ser un fraude, o un robo cometido por una persona que tal vez no volverá a ver jamás.
La Virgen de Guadalupe es misterio y es milagro, una personalidad de amor, ternura y compasión que hincha la fe y que está bien metida en nuestras tradiciones respaldadas por una historia de casi 500 años, la veneración, (que no es lo mismo que la adoración porque solo a Dios se adora), ha resistido críticas y ataques de los enemigos de la Iglesia y del Cristianismo; ante ella se han postrado papas, presidentes, reyes y millones de fieles que, estoy seguro, no la ven en cada piedra o en las manchas de una pared, por el contrario, condenan a quienes la rebajan a un simple objeto de publicidad y para lucro de quienes utilizan la imagen para engañar.