En estos días dedicados a las mamás, abundan en todos los medios las sobadas y ya vacías frases como de “madre sólo hay una”, “madre es la que cría, no la que engendra”, etcétera, sin embargo debe haber reflexiones más profundas sobre este bello y noble personaje que es uno de los dos pilares de la institución más importante de la humanidad, la familia.
Los enemigos de la familia como base de la sociedad, atacan los valores familiares de diferentes formas porque saben muy bien que si la familia es excelente, la sociedad estará muy bien y quienes no quieren que sea así, solo desean ganar dinero y poder cuando no hay valores morales que solo se dan en el seno familiar.
Los ataques contra la familia surgieron en todo lo alto a mediados de los 70’s, con la llamada “brecha generacional” con todo y los “hippies” y el amor “libre”, conceptos que contraponían a la juventud y al matrimonio, y con ese concepto anti-familia, lo quisieron disfrazar con la amistad que, decían, es la que debe haber entre padres e hijos, o sea rebajar la relación con los padres a una simple amistad.
Por fortuna, hay quienes conocen a los enemigos de la familia, de la autoridad real de los padres sobre sus hijos y entre ellos han surgido diferentes y valiosas anécdotas sobre el tema entre las cuales destaca la relacionada con una reina europea, que un día vio regresar ya muy tarde en la noche a su hija adolecente, y al intentar ella llamarle la atención, la muchacha dándosela de adulta e inteligente se adelantó y le dijo: “mamá, vamos a arreglar esto como amigas” a lo que la madre respondió enérgicamente: yo no soy tu amiga, soy más que eso, soy tu madre.
No minimicemos la valiosa relación con nuestros padres rebajándola al compararla con las amistades casi siempre débiles y pasajeras, porque la relación con nuestros padres tiene profundidades divinas que ni con la muerte pueden acabar.
Sobra decir que la madre merece un respeto mayor que el que se le tenga una amiga. ¡Feliz Día de las Madres!