El Partido Republicano ha tenido buenos políticos como los senadores Charles Percy en Illinois y Richard Lugar en Indiana, como el presidente Ronald Reagan y los mismos presidentes Bush no quedaron tan mal con el país, menos con su partido. Han sido republicanos con corazón como lo demostraron hasta en temas relacionados con los inmigrantes…

Pero hoy el nombre del partido del elefante lo están manchando los malos republicanos, o quizá no malos sino torpes hasta para hacer campañas.

Dudo mucho que Mitt Romney vaya a ganar siquiera una cantidad decente de votos, comete cada error, unos relacionados con la misma población a la que quiere servir y de la que espera su voto.

¿Y recuerda aquel republicano de Illinois llamado Jim Overweis, quien en su campaña para senador federal anunciaba por televisión cómo estadios como el Soldier Field podrían llenarse diariamente con la llegada de tanto inmigrante indocumentado?

Se descubrió después que él mismo tenía indocumentados como empleados de limpieza en su cadena de neverías; en una campaña para otro puesto, le bajó a su retórica antiinmigrante, pero igual, perdió y ahora quiere un hueso más chico, de senador estatal y estoy casi seguro que perderá, por ignorante, por no tener los tres dedos de la frente de adulto y de persona centrada.

Extraño los años del gobernador republicanos de mi preferencia, Jim Edgar, quien gobernó durante ocho años en forma muy decente, tanto que hasta el dinero reunido para sus campañas políticas que le sobró y que bien pudo gastarlo legalmente para uso personal, lo donó en forma caritativa a diferentes instituciones. A Edgar le precedió otro astuto mandatario republicano James “Big Jim” Thompson, quien gobernó durante 14 años.

Los republicanos de Illinois podrían salir de la crisis en la que se encuentran cuando no ostentan casi ningún puesto de elección popular en el estado, con la excepción del que ocupa el senador federal Mark Kirk, pero la posible elección de Overweis no los hará ver mejor, por el contrario.

Un porvenir menos positivo les espera nacionalmente si –como muchos auguran- Mitt Romney pierde el 6 de noviembre.