Hemos llegado a otro fin de semana de brujas, monstruos, cadáveres andantes, de las feas máscaras de los personajes más celebres de la actualidad, pero es algo que, sentimos decepcionar a los intérpretes de estos personajes, a nadie asustan, porque hay cosas que de verdad nos aterrorizan y para lo cual que nadie tiene que ponerse ningún tipo de disfraz.
Nos referimos a los problemas cotidianos que nos asustan, no nos dejan dormir o que por lo menos crean sobresaltos y nos roban la tranquilidad: la crisis de la vivienda que continúa sin disminuir y que tiene a millones de personas muy preocupadas porque podrían perder su casa como ya les ha ocurrido a otros miles más.
Once millones de inmigrantes indocumentados continúan sin regularizar su estatus ante la falta de la ley federal apropiada, que no se dará pronto.
Si en estos días hay automovilistas tranquilos porque los precios del galón de gasolina han bajado en un promedio de 30 centavos en comparación a los que veíamos –y padecíamos- hace apenas un mes, nada ni nadie garantiza que no se remontará a los pasados precios de $4.50 por galón, amenazando con llegar a los $5 dólares.
Esta semana Chicago ha superado la cantidad de asesinatos registrada durante todo el 2011 y apenas hemos salido del mes de octubre.
Estos son los verdaderos miedos, los sobresaltos que causan malestares y disminuyen nuestra calidad de vida. Los espantos de la temporada, los muchachos con largas túnicas blancas o con las caras con sangre artificial, las niñas con masacras de bruja, no incrementa el susto o el miedo, lo disminuyen y causan risas, ante los temores reales que no son de unas cuantas horas, sino de meses, o de años.
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