La última llamada para Cicero

Los habitantes de Cicero tienen este martes la oportunidad de deshacerse de un sistema de gobierno que, como se comprueba una y otra vez, no vela por los intereses de sus habitantes.

De Betty Loren-Maltese, pasando por Ramiro González y ahora con Larry Dominick, el pueblo ha estado pagando sus cuotas que son utilizadas no solo para que el gobierno provea los servicios que tiene que dar, sino también para pagar millones de dólares a abogados por demandas causadas por un gobierno incapaz de hacer o que debe de hacer.

Ojalá que los escándalos originados en el seno de la administración municipal fueran solo una distracción que impidiera enfocar a los funcionarios en el cumplimiento de trabajo, son más que eso, significan la fuga de los fondos en demandas por discriminación, acoso sexual, desvió de inversiones en negocios y empleados que ni siquiera están en Cicero.

Si bien es sabido que la comunidad mexicana de esta población es eminentemente obrera, es la misma que aporta la mayor parte de los fondos que hacen funcionar la municipalidad y sus escuelas con salarios, rentas y mantenimiento de edificios y unidades móviles, pero ese dinero –que no ha sido suficiente porque el gobierno de Dominick se ha visto escaso de fondos- ha sido utilizado en remendar los rotos morales y materiales de un gobierno disfuncional.

Este martes, los votantes deben votar por Dominick, si él los ha convencido de que ha administrado bien el municipio en los ocho años que lleva en el poder, o si opta por cambiarlo por el que encabezaría un joven profesional, de origen mexicano, como Juan Ochoa.

Para todos los habitantes de Cicero, su voto debe ser motivo de examen de conciencia y de reflexión, para los latinos es además un asunto de orgullo y dignidad.

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