En el 2011 la administración federal anunció que deportaría solo a los indocumentados que fueran criminales, o sea a pandilleros peligrosos y a narcotraficantes, entre otros. Se practicaría cierta discreción en los maleantes, familiares de personas ciudadanas o que habían llegado al país siendo niños, lo que no se ha cumplido.
Hoy, todos los días hay deportaciones llegándose a un ritmo de 400,000 por año, una cantidad superior a la de deportados durante los ocho años de George W. Bush. Los deportados bajo el presidente Barack H. Obama ya se acercan a los 2 millones.
Ya es bien sabido que una nueva ley de reforma migratoria está detenida sin poder avanzar en la Cámara Baja, razón de más para que el Presidente revise el programa de las deportaciones y las limite, sabemos que una drástica reducción llamaría la atención de los republicanos lo que entorpecerían la legislación, pero debe encontrarse un término medio.
Los activistas lograron el año pasado la llamada Acción Diferida que impide la deportación de niños. Ayudaría mucho que esta acción fuera extendida a otros sectores de indocumentados.
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