NSN.- La declaración del patronazgo de la Virgen de Guadalupe sobre toda América, fue ratificado por el Papa Benedicto XVI en presencia de personalidades eclesiásticas de Hispanoamérica, fue obra del Papa Juan Pablo II, que la proclamó con ocasión de su viaje a México el 22 de enero de 1999, mediante la siguiente exhortación: “La aparición de María al indio Juan Diego en la colina del Tepeyac, en el año 1531, tuvo una repercusión decisiva para la evangelización. Este influjo va más allá de los confines de la nación mexicana, alcanzando todo el continente. Y América, que históricamente ha sido y es crisol de pueblos, ha reconocido en el rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac, en Santa María de Guadalupe, un gran ejemplo de evangelización perfectamente culturizada. Por eso, no sólo en el centro y en el sur, sino también en el norte del continente, la Virgen de Guadalupe es venerada como Reina de toda América. A lo largo del tiempo ha ido creciendo cada vez más en los pastores y fieles la conciencia del papel desarrollado por la Virgen en la evangelización del continente. En la oración compuesta para la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para América, María Santísima de Guadalupe es invocada como “Patrona de toda América y Estrella de la primera y de la nueva evangelización”. En este sentido, acojo gozoso la propuesta de los Padres sinodales de que el día 12 de diciembre se celebre en todo el Continente la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, Madre y Evangelizadora de América”.
Una exhortación terminada con estas palabras: “¡Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de América, ruega por nosotros!”, que no era, en modo alguno, nueva en boca de Juan Pablo II, quien el 27 de enero de 1979, en el que era el primer viaje de los ciento seis que realizaría a lo largo de su largo pontificado, ya había proclamado entusiasta en el mismo México: “¡Salve María! ¡Cuán profundo es mi gozo queridos hermanos en el episcopado y amadísimos hijos!, porque los primeros pasos de mi peregrinación como sucesor de Pablo VI y Juan Pablo I me traen precisamente aquí. Me traen a Ti, María, en este Santuario del Pueblo de México y de toda América Latina, en la que desde hace tantos siglos se ha manifestado tu maternidad”.
La proclamación del patronazgo americano de la Virgen de Guadalupe por el Papa Juan Pablo II no era sino la consumación de un largo proceso con muchos momentos importantes. Un proceso que, podemos afirmar, inicia en 1754 el Papa Benedicto XIV quien proclama la festividad de la Virgen de Guadalupe en tal fecha como la de hoy, y su patronazgo inicial sobre la nación mexicana. Porque a partir de ese momento, dicho patronazgo no hace otra cosa que crecer con una serie de hitos. El primero de ellos, la solicitud del Concilio Plenario Latinoamericano celebrado en 1900, de extender la fiesta de la Virgen de Guadalupe a toda la América hispana. El 24 de agosto de 1910 el Papa Pío X declara a la Virgen de Guadalupe “celestial Patrona de la América Latina”. Un patronazgo que, el 16 de julio de 1935, amplía también a Filipinas el Papa San Pío X y es el que Juan Pablo II, finalmente, extiende a toda América el 22 de enero de 1999.
El indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin
En 1895, siendo papa León XIII, la Virgen de Guadalupe es coronada, homenaje que es culminado con la coronación pontificia en Roma por el Papa Pío XI el 10 de diciembre de 1933. En segundo lugar, la elevación a los altares del indio al que se le apareció la Virgen, Juan Diego Cuauhtlatoatzin declarado beato por Juan Pablo II el 6 de mayo de 1990 en la Basílica de Guadalupe, y canonizado por el mismo papa en la misma basílica el 31 de julio de 2002.
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