Si bien es cierto que para la nación no es primordial el caso de 11 millones de inmigrantes indocumentados, familia separadas, jóvenes sin poder avanzar en sus estudios y la angustia de los trabajadores debido a su inseguridad social y jurídica, este cúmulo de problemas de un importante sector de la clase trabajadora espera algo positivo de los líderes republicanos.
No obstante, tras la primera prueba política de nueve de los aspirantes republicanos a la presidencia en Iowa, no surgió nada referente al caso migratorio, ni siquiera porque en ese estado se ha visto en la necesidad de pedir al gobierno federal el cese al uso del E-Verify y se ha quejado por la falta de la llegada de inmigrantes que trabajen en sus campos agrícolas.
Bien sabido es que el asunto migratorio ocupa el cuarto o quinto lugar de las prioridades de la ciudadanía estadounidense para la cual primero están la economía, el desempleo, la educación, la seguridad nacional y después, la inmigración. Entre los mismos ciudadanos latinos, el flagelo de la clase inmigrante recién llegada al país ocupa el tercero o cuarto lugar, pero esto no debe ser motivo para que el partido del elefante se olvide de ella.
George W. Bus, fue un presidente republicano que intentó sin éxito producir una ley de reforma migratoria, Ronald Reagan, el “santo” de los republicanos, nos dio la primera ley tan benéfica que tenía tintes de amnistía, pero de éstos líderes se olvidan los candidatos que no quieren ofrecer nada, lo que se contrapone a la historia de este país y de ser así, lo poco que haga el presidente Barack Obama por una nueva ley de inmigración parecerá “bueno”, ante el silencio sepulcral de sus rivales.
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