A pesar de la retórica y la esperanza, la base de los derechos humanos se está hundiendo y el experimento de 150 años con reglamentos globales para defenderlos, está por terminar.
Las evidencias abundan. Tomemos como ejemplo el sistema de justicia de México, donde el 98 por ciento de los crímenes reportados, quedaron el año pasado sin castigo. Hace cinco años se creó un plan para eliminar el viejo sistema con jueces que hacen decisiones en base a reportes escritos y cambiarlo por otro, en el cual el magistrado viera y escuchara al acusado. Se intentaba erradicar las confesiones obtenidas muchas veces golpeando al sospechoso, sin embargo, el presidente Enrique Peña Nieto, no ha puesto ningún peso político ni recursos al plan.
En China sigue el gobierno se opone a aplicar el contenido de un texto universal de justicia y en Rusia, Vladimir Putin manipula las legítimas aspiraciones de los ciudadanos que piden libertades básicas.
Arabia Saudita, país abusador de los derechos humanos, se negó a ocupar un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU, indicando que las Naciones Unidas “impiden la aplicación de los derechos humanos” en el mundo y en África. se niegan a reconocer la autoridad de la Corte Internacional de Justicia, mientras que en Siria Bashar al-Assad, fortalece su poder usando armas químicas contra su pueblo,
Vemos casos extremos contra los homosexuales en África, en el Medio Oriente y Europa del Este y por parte de la Suprema Corte de la India, mientras que la Asociación de Naciones del Sureste de Asia, dice que el ejercicio de los derechos humanos debe ser limitada, “por requerimientos de seguridad nacional, del orden público, salud pública y moral pública”.
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