Por Jeremy W. Peters y Shaila Dewan
Un día después de que Eric Cantor, el primer líder en la era moderna del Congreso en perder su asiento en unas elecciones, una de las sorpresas más grandes, no fue la que se vio en el Capitolio ni en los suburbios de Richmond, Virginia, que el representó durante más de una década, sino en la bosa de valores de Nueva York.
El precio de las acciones de la empresa Boing se derrumbó, haciendo desaparecer las ganancias del año pasado, una baja atribuida a la inesperada derrota. Mientras que era rival del Tea Party y de los demócratas en el Congreso, Cantor era también poderoso aliado de los negocios, grandes y chicos, desde el gigante Boing hasta muchas fábricas independientes y minoristas que dependían del apoyo financiero del gobierno.
Su derrota a manos de David Brat, el maestro inspirado por las finanzas del Tea Party, profesor de economía que hizo campaña atacando la corrupción de Wall Street, atacó al capitalismo que apoyaba a los políticos insistiendo también en que la reforma migratoria solo premiaría a quienes han violado la ley. Aparte de la victoria de Brat sobre Cantor, otro conservador populista republicano, Christ McDaniel, casi derrota al senador Thad Cochran de Mississippi con seis períodos en ese puesto.
En el sector financiero, los líderes cuentan con una formidable fuerza de aliados entre los legisladores y los cabilderos en Washington, pero muchas de sus iniciativas que tienen en el Congreso están en duda, por ejemplo, la reautorización del banco Export-Imort Bank, vital fuente de apoyo para pequeños y grandes negocios, para reforma migratoria y para financiar el sistema de supercarreteras de la nación.
La derrota de Cantor, quien renunciará a finales de ese mes a su puesto como presidente de la mayoría republicana en el Congreso, continuará como legislador hasta en enero, es más que un simbolismo porque es una de las fuentes más seguras que en el Congreso tienen Wall Street, lo que Brat utilizó para descarrilar al líder, indicando que usan para beneficios personales el sistema financiero. En un reciente discurso acusó a legisladores como Cantor de “favorecer a billonarios con créditos especiales, en lugar de trabajar por la gente común”.
Ninguna industria fue más generosa para la campaña de Cantor que la de servicios financieros. Los tres contribuyentes mayores, Goldman Sachs, the Blackstone Group y Scoggin Capital Management, le dieron $5.4 millones y mientras aumentaban sus ambiciones de convertirse un día en Speaker del Congreso, aumentaban también sus relaciones con los donantes. Lloyd C. Blankfein, ejecutivo en jefe de Goldman dijo que la derrota de Cantor es “abrumadora” y alabó su sensibilidad al ser entrevistado en CNBC, alabo su sensibilidad, pero las firmas, sorprendidas por la derrota de Cantor se están movilizan para que el senador Cochran no corra la misma suerte.
La semana pasada, muchos cabilderos de Washington, que representan industrias de envíos y de telecomunicaciones, se reunieron en el Capitolio para reunirle a Cochran, $800 mil dólares en un evento, cuyo futuro en el Senado se decidirá en las elecciones generales de su estado este 24 de junio.
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