La endémica corrupción de México basada en una colusión entre oficiales del gobierno, policías y narcotraficantes, no es solo el caso de Guerrero.
En febrero del 2013 la administración del presidente Enrique Peña Nieto, reconoció la existencia de 26,000 personas desaparecidas o perdidas, desde diciembre del 2006.
“La policía, los políticos y los jueces han sido puestos en el poder por los carteles. Los mexicanos ya están cansados de vivir en un estado de pasividad ante tanta corrupción e impunidad. Se está perdiendo la esperanza”, dijo el poeta y activista Homero Aridjis, quien agregó: “Lo que queremos de Peña Nieto ahora es un nuevo compromiso que se resuma en estas dos palabras: honestidad y justicia”.
Los estudiantes desaparecidos en el estado de Guerrero han galvanizado al país en protestas a pesar de los riesgos de una represalia oficial. El pasado domingo, mientras los bomberos apagaban el fuego a la entrada del Palacio Nacional continuaba el llamado común: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, en referencia a los 43 estudiantes desaparecidos.
“Pedimos lo mismo” dijo un estudiante en la Ciudad de México. “Queremos ver con vida a nuestros amigos”. No hay espacio político ni moral para estar en desacuerdo con esa petición.
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