Todos los días conocemos a personas que están en una situación financiera e emocional muy difícil. Unos perdieron sus casas y ni saben que tal vez pronto serán demandados por el banco, una gran cantidad de familias están por perder su casa, otras están atrasadas en sus pagos, y muchas más están a punto de atrasarse o hasta de divorciarse por el estrés causado por todo esto.
Es algo muy difícil de enfrentar. Pero no tiene que ser así. Existen soluciones y salidas estratégicas que podrían voltear completamente la situación, de mala, a buena.
Si es dueño o dueña de casa o edificio(s) comercial(es) y no puede, o ya no quie-re, seguir pagando la mensualidad, hay opciones que le pueden brindar el alivio y la paz que necesita. ¿Qué causa el estrés?. No saber qué hacer, no conocer las opciones, y el miedo a que nos vayamos de mal a peor. ¿Qué nos pone en una posición de estrés?. El no poder realmente pagar las casa o el edificio, el saber que realmente no vale la pena sacrificarnos a pagar un préstamo s Una vida salvando vidas obre una propiedad que vale mucho menos de lo que debemos, o simplemente saber que se hizo un mal negocio y ya nos quisiéramos salir del trato. Todo esto no es algo nuevo, es algo muy común hoy en día. Es algo que enferma, nos pone de mal humor, nos causa pleitos, nos aleja de la familia y nos trae negatividad. Pero no tiene que ser de esa manera. Hay que informarnos e orientarnos para no dejarnos vencer.
La solución es la información. Todos tenemos derechos. Tenemos opciones. El primer paso es aceptar nuestra situación actual y saber que un préstamo hipotecario es un contrato, un negocio, que dicta el acuerdo entre usted y el banco, por decir: Usted compró casa o un edificio sin que nadie lo obligara ¿verdad?. Pues de igual manera, el banco le prestó dinero sin que, también, nadie lo obligara.
El trato es sencillo. Primero. Si no paga su préstamo, le quitan la garantía, que es la propiedad. No irá a la cárcel por no pagar, no lo secuestrarán por no pagar, solo lo amenazan con quitarle la propiedad y hasta eso tiene sus límites. El segundo paso es tratar de negociar con el banco, y es prefe-rible que lo haga una abogada de confianza y que se dedique mayormente a eso. Nunca pague a quienes no son abogados por una modificación. Es como tirar el dinero a la basura. Si ya pagó y quiere que le regresen su dinero, visíteme y le ayudo a recupe-rarlo.
Si va a modificar, no lo haga para negociar solo por un cambio temporal o un ajuste, que no se pueda pagar holgadamente, sin matarse, porque si no, va a hacerse peor la situación. El tercer paso es aceptar si realmente va a tener que desha-cerse de la propiedad.
No lo tome en forma muy personal. No le importe el qué dirán, es más importante y de personas responsables, el preocuparse solo por el bienestar de su familia. Si va a tener que vender su casa, no la ponga en venta con cualquiera, sino con alguien que tenga experiencia en el ramo de negociar con los bancos y tratar de pelear por usted para que no lo vaya a demandar el banco, por la cantidad que ellos pierden.
Después de haber vendido la propiedad, si no le cobran por ese servicio, ¿quién lo hace pensar que lo van a hacer? Ojo. El cuarto paso es buscar quién lo oriente en todo esto para que le den sus opciones y le ayuden a salir de esa pesadilla pero con buenas estrategias.
Es increíble, cómo, personas que usaron salidas estratégicas, comenzaron con perder su casa y en algunos casos hasta casi perder a sus parejas, y terminaron con una casa pagada al contado y sin la presión de tener múltiples empleos para pagar una hipoteca mensualmente. Eso, mis amigos, me suena como una buena salida estratégica.
No se estrese más. Yo estoy dispuesta a ayudarle e informarle. Ofrezco citas completamente gratis. Le aseguró que por lo mínimo, se ira de mi oficina con paz y tranquilidad y no le costará un centavo.
Sinceramente:
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