No es fácil entender cómo son realmente las elecciones para presidente de Estados Unidos, la misma prensa escrita que lleva más de 100 años informando y comentando sobre los debates, las elecciones primarias, las convenciones y los delegados, no puede dar hoy un escenario claro del proceso.
Tal parece que el sistema de elecciones ha sido hecho precisamente con el propósito de hacernos pensar, discutir, debatir políticamente en torno a la persona que queremos que gobierne los próximos cuatro años, la etapa de prueba para asignarle cuatro años más, en un proceso que resulta siempre menos complicado para el partido del gobernante que quiera ser reelecto.
Pero para el ciudadano común parece no haber leyes o procedimientos electorales claros porque son los partidos los que dictan las normas electorales, las leyes estarán solo para castigar a quien las viole.
En el proceso actual, hemos visto cómo hay elecciones primarias de los dos partidos en ciertos estados son para los candidatos de un solo partido; que en algunos estados las primarias son sustituidas por comités o “caucuses” donde los representantes de ciertas áreas se reúnen para votar según el sentir de su comunidad; que los delegados que representaban a un candidato pueden dar su voto a un candidato diferente como es el caso del conservador congresista Dan Lipinski, del suroeste de Chicago, quien siendo delegado de Hillary Clinton ha dicho que le daría su voto a Bernie Sanders, “porque una gran mayoría de mi distrito votó por él”.
Ante esta serie de confusiones, una cosa queda muy clara: que el voto del ciudadano no va directamente al candidato presidencial de su preferencia, que su voto será moneda de cambio con la que negocian los delegados en la convención de su respectivo partido.
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