Uno de los asesinos en serie más prolíficos y aterradores respondió al nombre de Carl Eugene Watts. Watts cometió su primer asesinato en 1968 a la tierna edad de 15 años. Ese crimen, así como docenas más, no pudieron ser procesados por falta de pruebas. Carl Watts comenzó a fantasear con torturar y matar mujeres desde la adolescencia y de forma curiosa, solamente a mujeres de raza blanca entre 14 a 44 años de edad, Watts era negro.
Sus víctimas fueron estranguladas, apuñaladas, muertas a golpes y ahogadas, las autoridades sospechan que entre 1974 y 1982 decenas de asesinatos sin resolver en varios estados, fueron cometidos por Carl Watts. La ciencia forense aún no se desarrollaba del todo y las pruebas de ADN no existían. Peor todavía, Watts no atacaba sexualmente a sus víctimas, su mayor placer destilaba en controlarlas, someterlas y matarlas.
Su suerte comenzó a cambiar luego de ser arrestado en el intento de asesinar a dos mujeres en Texas el 23 de Mayo de 1982. Una vez detenido, la policía comenzó a relacionarlo con muchos asesinatos sin resolver. Ante la escasez de pruebas pero convencidos de tener a un peligroso delincuente en sus manos, las autoridades de Texas le ofrecieron una sentencia menor a cambio de su testimonio.
Watts confesó haber asesinado a más de doce mujeres en Texas, luego aseguró que la cifra era de cuarenta y finalmente se detuvo en noventa. El frío asesino recibió una condena por 60 años pero de acuerdo con las leyes de Texas y por observar un excelente comportamiento en prisión sería liberado para el 2006. Mientras tanto en Michigan, se intentaba desesperadamente recabar información sobre una serie de asesinatos cometidos en la década de los ochentas. Solo una persona llamaría a las oficinas de justicia, Joseph Foy. Foy aseguraba haber visto como Watts apuñaló en doce ocasiones a una mujer en la ciudad de Detroit en Diciembre de 1979.
El asesino fue extraditado al estado de Michigan y todo el peso de la ley cayó sobre él. Las pruebas y los testimonios en su contra lo hundieron, el jurado lo encontró culpable por el asesinato de Helen Dutcher y fue sentenciado a cadena perpetua por el juez, el 17 de noviembre del 2004. Carl Watts murió de cáncer de próstata en una cama de hospital el 21 de Septiembre del 2007.