Charles ‘Lucky’ Luciano, fue atacado sin piedad por uno de los mejores abogados criminalistas en la historia del país, Thomas E. Dewey, fiscal de la ciudad de Nueva York, y más tarde candidato a la presidencia de los Estados Unidos. Sin embargo, todos sus ataques perdían fuerza al no poder probar casi ninguno de los delitos supuestamente cometidos por Luciano. Finalmente Thomas Dewey encarceló a cientos de prostitutas de Nueva York y a docenas de ellas, amenazó con deportarlas a menos que declarasen en contra de Luciano.
No teniendo escapatoria, las damas de la vida galante señalaron a Lucky. Dewey había logrado lo que nadie, mandar a prisión al más poderoso jefe criminal de los Estados Unidos. En 1936, Luciano perdió su suerte al ser condenado a 36 años de prisión por ser tratante de blancas. Desde la cárcel y en la compañía de 3 asistentes y un cocinero personal, Lucky seguía dando órdenes.
Entonces ocurrió lo que nadie pudo imaginar, el gobierno de los Estados Unidos solicitó a la mafia italiana su apoyo y asistencia para luchar contra el gobierno fascista de Italia además de proteger el puerto de Nueva York contra cualquier ataque de los alemanes. En 1942 ardió el barco SS Normandie en los muelles neoyorkinos y el gobierno pensó que algún italiano fascista había sido el responsable. La ayuda de la mafia consistiría en alertar a las autoridades de cualquier acción sospechosa.
Por su valiosa asistencia, Frank ‘Lucky’ Luciano recibió el perdón del presidente en 1946, sin embargo no pudo contra una orden de deportación y fue enviado a la isla de Sicilia sin la opción de regresar al país. La poderosa mafia italiana intentó convertir al propio Thomas Dewey en el siguiente presidente de los Estados Unidos a cambio de aceptar de vuelta al jefe italiano, pero Dewey perdió la contienda presidencial y Luciano la oportunidad de regresar.
Finalmente, el 26 de Enero de 1962, Lucky falleció en pleno aereopuerto de la ciudad de Napoles en Italia, esperaba recibir a un productor de cine para trabajar en un proyecto fílmico sobre su vida. Solo en muerte se le permitió volver al país, fue enterrado en el St. John’s Cemetery en Queens Nueva York. Más de dos mil personas lo acompañaron a su última morada, entre ellos cientos de mafiosos de todo orden, desde grandes jefes, hasta soldados de poca importancia. Todos ellos sin embargo, rindiendo homenaje al máximo jefe de la mafia de todos los tiempos: Frank ‘Lucky’ Luciano.