Durante varias décadas, Cuba realizó actos condenables, uno de ellos el de servir de “santuario” para fugitivos buscados por el departamento de Justicia de los Estados Unidos, uno de ellos Assata Shakur, quien escapara de una cárcel de Nueva Jersey 1979, cuando cumplía una sentencia de cadena perpetua por haber matado a un policía estatal. Cuba también dio refugio a los terroristas vascos de ETA y a integrantes del grupo guerrillero FARC de Colombia.

Pero algo más importante puso a Cuba en la lista de países que alientan el terrorismo fue la ayuda financiera y militar que proveía a grupos marxistas, particularmente en América Latina donde Estados Unidos estaba apoyando al otro bando. También debe tomarse en cuenta hoy el refugio que el gobierno de Estados Unidos diera a Luis Posada Carriles, señalado por el gobierno cubano como uno de los autores del bombazo que hizo caer un avión cubano de pasajeros en el que murieron 73 personas.

Con el colapso de la Unión Soviética, las guerras entre los países comunistas y capitalistas se basaron más bien en la economía, y lo que es más, Fidel y Raúl Castro han hecho, de acuerdo con fuentes oficiales cubanas, “muchos, muchos, muchos discursos” condenando públicamente el terrorismo. Cuba ha trabajado con España para repatriar a los guerrilleros de la ETA y ahora el gobierno cubano sirve de mediador en las pláticas de paz entre las FARC y el gobierno colombiano. Aunque en Cuba sigue habiendo fugitivos de Estados Unidos, tema escabroso entre los dos países, se cree que se llegará a un acuerdo en el ambiente de mutuo respeto de soberanía de cada uno.

Pero Cuba tiene que trabajar en otros frentes, como el de un cercenamiento de disidentes políticos (a los que ha torturado), para que no vuelvan a organizarse al ser liberados, según la organización Human Rights Watch, esos casos deben mencionares en las pláticas de normalización de relaciones.

Eliminar a Cuba de la lista de países propiciadores del terrorismo, es algo que debe servir para sacar a Cuba del aislamiento establecido por Estados Unidos hace medio siglo. Ahora toca al Congreso levantar el embargo y la administración, a continuar eliminando restricciones para viajar a la isla y para hacer negocios. Es tiempo de que los ecos de la guerra fría dejen de escucharse.