Día de la Raza, día de festejo y de reflexión

Dia de La Raza

Día de la Raza, día de festejo y de reflexión

Por José Rodríguez Figueroa

“Día de la Raza”, es el nombre que reciben en la mayoría de los países hispanoamericanos las fiestas del 12 de octubre, en conmemoración del avistamiento de tierra por el marino Rodrigo de Triana en 1492, al mando de Cristóbal Colón.

La primera nación que adoptó el 12 de octubre como el “Día de la Raza”, fue Argentina en 1913, a instancias de Faustino Rodríguez, siendo presidente de la Unión Iberoamericana, pensando en una celebración que uniera a España e Iberoamérica.

En México, en el año de 1928, se instituyó el “Día de la Raza”, a iniciativa de José Vasconcelos, que alude a lo que él llamaba “la Raza Iberoamericana”, con un significado de sincretismo cultural.

Si bien es cierto que se ha tratado de explicar de variadas formas la razón de haberse constituido el 12 de octubre como el “Día de la Raza”, con un sentido de unidad y para identificar el origen hispano y la unión de razas que tienen orígenes similares como religión, lengua, etc., lo real es que al correr del tiempo se ha dado el debate en torno a lo apropiado del término de la “raza”.

Destacados pensadores hispanoamericanos, señalan que “Día de la Raza” está mal aplicado, porque finalmente a ¿cuál raza se refiere?

A qué raza se estaría refiriendo un orador blanco en un evento con motivo de la conmemoración del “Día de la Raza”, ante un auditorio integrado por individuos de muy diversas razas, desde los blancos europeos y criollos hasta los negros puros, pasando por los mestizos de todas las naciones latinoamericanas, amarillos y aceitunados. Ellos sostienen que en lugar del “Día de la Raza”, debería llamarse el “Día de la Hispanidad”, en referencia a los pueblos de lengua, religión y cultura hispana.

Otra corriente sostiene que el 12 de octubre es sinónimo de luto y no de festejo, para todos los pueblos de América, ya que se pretende en esa fecha, “festejar” el avasallamiento realizado por la colonización española a su cultura.

En las escuelas, comenta esta corriente, a los alumnos se recuerda que en las naves de Cristóbal Colón y en las alforjas de los conquistadores llegó el “pluralismo político, la libertad y la protección que se prodigó a los indígenas”, “Pero nadie les recordaba, dice un luchador indigenista, que en esas mismas naves llegaron las enfermedades mortales y que en esas mismas alforjas, en las cuales trajeron la santa inquisición, el crimen y el terror, se robaron el oro y la plata que fueron a dar a las arcas de los empresarios de Génova y Amberes y que financió en Europa el barroco esplendor de las monarquías y el despegue del mercantilismo occidental”.

La verdad y la mentira de una misma historia es la voz del vencedor quien la cuenta. Cuando se lee la versión de los vencidos, queda claro que el arribo de los europeos a tierras americanas fue una gesta sangrienta y que provocó el exterminio de vastas civilizaciones, a quienes les quitaron sus creencias, su cultura, sus tierras, su oro y su plata y sus mujeres.

La Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, proclamada por la ONU en 1963, determina que “toda idea o doctrina de superioridad basada en la diferenciación racial es científicamente falsa, moralmente condenable y socialmente injusta”. Por eso para unos no debería ser motivo de celebración el 12 de Octubre, sino de reflexión de que el etnocidio y el genocidio comenzó en 1492.

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