Hay políticos que viven alejados de la realidad, o sea, desligados de la gente que deben representar y ayudar, que para eso se les eligió y se les paga con buenos salarios.
En la forma de relacionarse con su público es donde uno sospecha que no están cumpliendo con su deber y aparte quieren abusar, engañar a las mismas personas que están obligados legal y moralmente a servir.
Cuando alguien le ha pedido un favor, un servicio, al senador estatal Martín Sandoval, este ha contestado en más de una ocasión “y qué va hacer Usted por mi” y creo que eso es lo que lo tiene hoy en problemas y bajo una investigación del FBI, debido a que, aparentemente, daba las becas que tenía que dar, y debía de dar, pero, como ya se ha informado, daba a cambio de favores políticos.
Si la que fuera tesorera de Chicago, Miriam Santos, fue juzgada y sentenciada por algo menor, por pedirle a un banco que ella favorecía depositando parte de los fondos municipales, que era tiempo de que Citibank le ayudara con dinero para su campaña política, qué se espera de otros que hacen lo mismo, repetidamente.
Mejores ejemplos de ese intercambio de servicios, que se dan a cambio de una ayuda económica o una donación, es el mismo Rod Blagojevich, que por estos actos de corrupción es ahora ex-gobernador de Illinois; expresado con muy floridos argumentos “Blago” quería algo, a cambio de nombrar al que quisiera la vacante de senador federal dejada por Barack Obama, “este puesto vale oro”, decía y a quien le pedía el puesto, contestaba: “¿y qué hay para mi?”.
Para desgracia de nuestra comunidad, no es pequeña la lista de políticos latinos que han sido llevados ante un juez por acusaciones de corrupción cometidos en complicidad con otros latinos, como tal vez pudiera ser el caso del senador Sandoval, con lo que se hace más grave la necesidad latina de más líderes de nuestra raza, una lucha que se libra hoy mismo en la demanda contra los nuevos distritos para que en la legislatura de Illinois haya más representantes de nuestra comunidad.
En esto, lo que más debe enojar no es tanto ese ya entendido “intercambio”, la idea de que “una mano lava la otra”, esa relación de compromisos corruptos, aunque no ilegales, lo que disgusta es la estupidez de estos falsos líderes de traje y corbata con oficinas enormes que no se cuidan de lo que hablan, de no protegerse cuando hacen sus enjuagues, de no dejar que si quiera sus asistentes sean los que hagan el trabajo cuando este pudiera ser muy sucio.
Los casos enojan aún más, cuando ellos creen que, debido a “la clase” de gente a la que deben estar para servir, no valen la pena tantas precauciones.
Con sus acciones nos indican que no estæan ahí para servirnos sino para servirse, no como servidores del público, sino como quienes quieren tener el público a su servicio muy a pesar de que este aporte los fondos para sus salarios, y ante estos insultos contra las personas que representan, cualquier sentencia de cárcel que les den, sean latinos o no, resulta pequeña.
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