Para los inmigrantes, tengamos 10, 20 años o más, de radicar en los Estados Unidos, el Seguro Social tiene un significado no solamente social y económico, sino judicial, porque el documento suele envolver el delicado caso de familiares y amigos.
Una gran mayoría estamos seguros de que una agencia fe-deral tan importante, no nos va a dejar desamparados sin las mensualidades que nos tienen guardadas para nuestro retiro, pero el asunto tiene otra cara pocas veces comentada: el uso indebido, ilegal y a veces criminal, de los números.
La clave para trabajar en los Estados Unidos para cada uno de los 12 millones de inmigrantes indocumentados, radica en la tarjetita impresa en un simple papel grueso con nueve dígitos.
Entre los “secretos” familiares están, los de utilizar el Seguro Social de un amigo o un familiar o el de una persona que haya falle-cido, pero, ante esto, los números falsos suelen ser los “mejores” para trabajar porque no implican el robo o el “préstamo” de identidad, sino simplemente el reflejo de una gran necesidad de conseguir un empleo.
El fin de semana se dio a la luz pública un grave caso de robo de identidad de niños porque, al morir, pasan a formar parte de una lista publicada de fallecidos con sus respectivos números, que son robados por maleantes que los utilizan para reclamar al menor en sus reportes al IRS.
Hasta la fecha, el creciente robo de identidad no ha afectado a la comunidad inmigrante porque es un delito más bien cometido por maleantes para otros propósitos, pero debe servirnos de campanazo para que los indocumentados tomen conciencia de la gravedad del delito, cuando utilizan el Seguro Social de otra persona, máxime si es completamente desconocida, una víctima más del robo de un documento tan importante.