Quienes veían a los manifestantes que se oponían a la operación de las plantas Fisk y Crawford, de Chicago, productoras de electricidad con carbón, pensaban tal vez que estaban locos, que sólo querían lucirse o que no eran sinceros en su lucha.
Aquellos activistas “tercos” pertenecían y pertenecen a LVEJO siglas de Litlle Village Enviroment Justice Organization) y a la organización ambientalista de Pilsen identificada con las siglas PERRO.
Después de 10 años de protestas, de cabildeo con los políticos, de reuniones con gente de las diferentes comunidades y al fin se les escuchó y ya desde el año pasado se empezó a hablar de los acuerdos para la clausura de las dos plantas y se comenta desde la semana pasada de lo que serán en el futuro, tal vez viviendas, quizá escuelas, o posiblemente parques. Planes en los que ya están envueltos los respectivos concejales y el alcalde Rahm Emanuel.
Mal quedaron aquellos escépticos que opinaban que nadie podría contra la multimillonaria empresas Midwest Generation y ComEd y que además con su clausura, se perderían cientos de empleos, pero lo que no se decía era que los habitantes de Pilsen y La Villita y otros residentes de barrios cercanos llevaban décadas gastando, en total, (según un estudio) 120 millones anualmente en visitas al doctor, a clínicas y a hospitales al llevar a sus niños, a sus abuelos con problemas de respiración.
Se estima que las dos plantas producían una contaminación equivalente a la producida por 800 mil automóviles.
Hay que agradecer a esos activistas, hay que felicitarlos por su noble lucha, porque donde se hablaba todavía hace meses de contaminación y enfermedades, hoy se habla de escuelas, parques y viviendas.
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