A lo largo y ancho de la enorme propiedad, se pueden apreciar las docenas de cadáveres que han sido dejados ahí. Unos a pleno rayo del sol, otros enterrados apenas al ras del suelo. Varios más han quedado entre los fierros retorcidos de un auto. Se puede apreciar el cuerpo de un hombre flotando en el agua. Así, intencionalmente, fueron dejados los cuerpos.
Existen cinco instalaciones en los Estados Unidos donde la ciencia forense estudia la descomposición de cadáveres y cómo éstos impactan el medio ambiente. El objetivo es estudiar y entender mejor el proceso de descomposición del cuerpo humano en diferentes circunstancias y así, determinar mejor la fecha de muerte y su causa.
La antropología forense ha avanzado de manera importante ayudando al cumplimiento de la ley y a la ciencia. El primer centro de investigación forense en su tipo fue del Departamento de Estudios Antropológicos de la Universidad de Tennessee que empezó a estudiar la descomposición de cadáveres en 1981. Usualmente se colocan los cuerpos a la intemperie y se analiza y cataloga el proceso de deshecho incluyendo la tarea de insectos y animales rastreros.
Cada año más de 100 cuerpos son donados para investigación, algunas personas se registran y se encuentran en una lista de espera. La única condición para unirse al club, es estar muerto. La granja de cadáveres de la Universidad de Tennessee se presta para el entrenamiento de policías en el manejo y protección de escenas de crímenes. En dichas instalaciones, los cuerpos de docenas de hombres y mujeres han ayudado a entender mejor como la naturaleza ayuda a que el organismo humano sea devuelto a la tierra.
Un cuerpo humano dejado a la intemperie se consume en solo tres semanas, mientras que un cuerpo por decir, abandonado en el interior de un auto o un departamento tardaría muchos años en ser consumido, sin la intervención de insectos y animales. Fascinante es el mundo de la ciencia forense.