Hablar con las pandillas

Después de que cientos de nuevos policías entren en acción dentro de varios meses, es muy probable que Chicago no sea más seguro que en la actualidad, si tomamos como “seguridad”, el que haya menos asesinatos como los que han estado ocurriendo en este año.

Lo que se sabe (y el dato ya es muy conocido), es que la mayor cantidad de víctimas de la violencia armada en esta ciudad, es mayormente de jóvenes afro-americanos y que la misma se debe al enfrentamiento entre pandillas, a las cuales la policía tienen que enfrentarse creando una tercera parte en disputa en los barrios más empobrecidos de Chicago. Los latinos ocupamos el segundo lugar pero la cantidad de nuestros adolescentes asesinados anualmente es de varias decenas.

La cantidad de muertes que en lo que va del año bien pasa de las 400 y bien podría llegar a 600, mayormente producto de las rivalidades entre pandillas a las que hay que conocer mejor para resolver al menos parcialmente el problema.

El anterior jefe del Departamento de Policía, Jody Weis tenía razón al citar a los líderes de las diferentes facciones pandilleriles para saber de primera mano las causas y motivos de tan mortales enfrentamientos, aunque debe asumirse que tanto Weis como el actual superintendente Jerry MaCarthy, conocen las diferentes aristas de la problemática.

Aquella práctica inicial de Weis debe reconsiderarse. Si acaso en los grandes conflictos mundiales se busca un espacio para el diálogo, mayormente debe buscarse cuando todo ocurre en la misma ciudad.

Las pandillas no son grupos creados exclusivamente para el mal, la causa de su formación tienen raíces en la familia y en la sociedad, razón de más para que haya un canal de comunicación hacia ellas no solo de la policía, sino por parte de las escuelas y de la oficina del alcalde, lo que no sería como pactar con el enemigo cuando el enemigo esta entre nosotros.

 

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