Con el panorama económico de los Estados Unidos que ha empeorado con la caída de la bolsa el pasado viernes, la aceptación del presidente Barack Obama como conductor de los destinos de la Nación ha ido de regular a mediocre.
Irónicamente, es el mismo Obama el que no ha tenido éxito en crear un consenso legislativo que facilite la legalización de 11 millones de inmigrantes indocumentados que, con un estatus de residencia legal, estarían hoy mismo invirtiendo miles de dólares cada uno en los oficios para abogados, multas, licencias y viajes y en el mismo ICE (Immigration and Cuostums Enforcement).
Se ha dicho que la normalización del estatus de estos mill-ones de inmigrantes representaría una buena inyección a la economía, lo que no se ha hecho, ahora tenemos una administración sin hacer nada por los indocumentados y con el país hundido en un bajo nivel económico que, según lo declarado por Standarts & Poros, es inferior de Francia, Gran Bretaña y España.
Si bien es cierto que no está sólo en el presidente asegurar una tranquilidad jurídica y social para 11 millones de personas que viven y continuarán viviendo en el país el resto de sus vidas, también lo es que no ha podido establecer un nivel económico con más empleos y menos gastos del gobierno, ni siquiera con el tope de gastos recientemente aprobado.
Esta crisis que parece que no termina, afectará más a los pobres entre los que están los inmigrantes que siguen en la antesala del gobierno federal que, ni soluciona la inseguridad de su estatus, ni se beneficia con una estabilidad que pueda resultar de un arreglo para millones de inmigrantes que si son un valuarte para la economía, lo serán más después de su normalización sin contar lo billones que aportarán, sólo en los trámites.
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