El alcalde Rahm Emanuel anunció públicamente que él y su esposa decidieron inscribir sus hijos en una escuela privada, un hecho visto negativamente por unos y en forma positiva por otros, como la propia presidenta de la Unión de Maestros de Chicago, Karen Lewis. Los tres menores acudirán a la escuela-laboratorio de la Universidad de Chicago.
En la decisión de Emanuel y su esposa, hay un trasfondo que tiene ramificaciones positivas: el alcalde que ha dicho y repetido que desea el mejor sistema de escuelas públicas de la Nación, se va a lo seguro, escoge una escuela privada en la cual está históricamente garantizado el progreso académico de sus tres hijos.
Ha interpuesto su papel de padre, que para él es primero, al del papel de alcalde que es una posición temporal. Aparte está el buen ejemplo que muchos padres y madres deben tomar: dar lo mejor posible a sus hijos y hace recordar lo que muchos no quieren reconocer, que la educación privada es mejor porque está comprometida directamente con los resultados, mismos que se ven en el elevado porcentaje de sus estudiantes que llegan a la universidad.
Las escuelas privadas, sean católicas, protestantes o integrantes de una institución no religiosa, como es la Universidad de Chicago, velan por la calidad de maestros y la cantidad de estudiantes por aula, en las cuales, siendo chicas, hay un mayor contacto con el maestro o la maestra y una mejor concentración para el estudio.
Otro beneficio que se desprende de la decisión de los Emanuel, radica una reafirmación sobre lo vital que es el financiamiento para sostener un sistema escolar público de calidad.
Habrá muchos que lo critiquen por no inscribir a sus hijos en las escuelas públicas a las que van los hijos de la gran mayoría de padres de familia de la ciudad que él gobierna, criticas irrelevantes para él, que sabe que en sus hijos verá el fruto de sus esfuerzos como padre, no como alcalde.
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