Peor que el abogado, el doctor, el sacerdote o el pastor que manejan bajo los afectes del alcohol, condición mental atrofiada por lo mismo que han consumido, los políticos y funcionarios públicos, están conscientes plenamente pero deciden embarcarse en operaciones corruptas sin medir las consecuencias.
Ha sucedido y está sucediendo en Chicago, pero igual podría estar ocurriendo en ciudades como Los Ángeles, Nueva York o Washington, D.C., donde no solo políticos, sino personas supuestamente dedicadas a la educación, a la formación de la niñez, incurren en acciones que van diametralmente opuestas a su misión, cegados por su ambición por el dinero.
El caso de la ahora ex-superintendente de escuelas de Chicago, Barbara Byrd-Bennett, es el mejor ejemplo de quienes ven mucho dinero junto a la oportunidad de apropiarse del mismo en forma ilegal y llevan sus acciones a la práctica.
Aquí no hay, como luego decimos, “preguntas sin respuestas”. El hecho de que Byrd-Bennet haya otorgado a SUPES la agencia privada especializada en capacitar a directores de escuela, -con la tácita aprobación de la Junta de Educación y del alcalde Rahm Emanuel- contratos de 23 millones de dólares, con la ocultada condición de ser premiada posteriormente con el 10 por ciento de esa cantidad, es un caso de la estupidez casada con la ambición.
Individuos como la ex-superintendente, ignoran la existencia de casos en los que otros de su propio nivel: congresistas, concejales, gobernadores, han caído en las garras de la justicia, ¿Que le hacía pensar que a ella no la atraparían?, la respuesta es clara, estupidez y ambición, palabras en las que tendrá mucho tiempo para reflexionar en los años que estará entre cuatro paredes.
Algo o alguien le decía a Bárbara Byrd-Bennett, que a otros sí, pero que a ella no le descubrirían nada, pero estupidez y ambición son males que abundan.
El artículo en inglés publicado por la Better Government Association de Chicago y (que publicamos a la par de esta columna), ilustra una extensión nacional de SUPES que tal vez ha hecho caer a otros como lo hizo sin (o con) Byrd-Bennett.