Las adopciones de niños rusos por parte de padres de Estados Unidos, ha ventilado ampliamente estos casos poco conocidos en el pasado, hasta que la semana pasada el presidente Vladimir Putin puso un alto a la adopción de niños rusos dejando a miles de padres estadounidenses con un trámite a medias, y otros a punto de concluir haciendo que miles de parejas se quedaran sin recibir al niño o niña que ya consideraban como suyo.
No se puede simpatizar con Putin, cuyas intensiones tienen como base un capricho internacional, empeorando de paso las no buenas relaciones entre los dos países, pero estas adopciones muestran un lado poco agradable de padres de este país adoptando niños de un país tan lejano, sin el interés de adoptar menores de este país, por lo menos 5 millones de pequeños, que viven sin sus padres por un motivo u otro.
Grandes son las campañas publicitarias que vemos en la televisión local con escenas de un niño jugando sólo, hay otros anuncios en los que se presenta a menores preguntándose “dónde está el amor”, entre ellos niños anglosajones, afro-americanos y en un menor número, niños latinos.
Si bien es cierto que la adopción de un niño, del país que sea, es permitida por las leyes de los Estados Unidos, también es cierta la falta de sentido común que hace ver otras cosas, entre ellas lo que podría fácilmente ser tomado como racismo y egoísmo, racismo porque se quiere adoptar a un pequeño de un país específico que garantiza cierta raza o color de piel, y egoísmo porque no se busca en este país donde al adoptar sería difícil obtener un bebé de un específico color de ojos o de piel.
Sabemos que el sistema judicial de los Estados Unidos no ayuda mucho a que los padres adopten niños del país, hay burocracia y muchos ribetes legales que hacen temer por futuras consecuencias a quienes adoptan, por eso lo hecho por Putin, en lugar de enojar a los adoptantes y crear críticas de este gobierno contra el de Rusia, debe ser motivo para eliminar trabas, esclarecer el panorama para que millones de niños que hoy viven aquí sin padres, puedan recibir el amor paternal que necesitan.
Qué pena para los huérfanos estadounidenses si saben que en su propio país hay matrimonios que buscan adoptar a niños del extranjero.
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