Por Gary Paul Nabhan
Después de que se dieran noticias de que la cantidad de mariposas que arribaban después de pasar el invierno en México, era la más baja desde que se han tomado datos sobre sus viajes, me puso en el camino a nombre de Make Way for Monarchs. Esta colaboración enfocada a proveer soluciones, trabaja creando ámbitos libres de contaminación. ¿Por qué?, porque las monarcas no pueden vivir sin las semillas de leche que encuentran en su ruta y estas semillas están desapareciendo.
En Pittsburg, después de que un grupo de personas me vio exponer el problema y su solución (restaurando los habitats de semilla y otras áreas floreadas en áreas sanas de cultivo) un hombre muy discreto se me acercó sonriendo. Quería hacerme recordar que la lucha actual para ayudar a las monarcas tiene hondos precedentes.
“Estoy seguro que sabe que el lugar de nacimiento de Rachel Carson está cerca, en el camino de Pittsburg a Springdale, y que ella fue a una escuela en Chatham, a solo cuadras de aquí, se llamaba Pennsylvania Female College. Si no fuera por ella, otras vidas ya se hubiesen desvanecido del planeta”.
El libro de Carson publicado en 1962, “Silent Spring”, no sólo inició el moderno movimiento del medio ambiente, sino también declaró que una mejor protección a la vida de las plantas con polen, era requerida para contar con gente sana y agricultura. Sin su inteligencia y elocuencia viviríamos ya en un mundo empobrecido, sin primaveras tranquilas y sin frutas en el otoño.
Carson fue una callada, modesta y privada persona, sin embargo, como voz moral y experta científica, desafió al Departamento de Agricultura por su devastador aumento en el uso del DDT. Meticulosamente documentó las consecuencias del uso de químicos, usado en plantas con polen, aves y en humanos, causó enormes olas forzando cambios en las prácticas de la agricultura y en la supervisión del gobierno para que hubiera una mayor responsabilidad social.
Cuando la industria de los pesticidas ignoró las evidencias del mal que causaban sus químicos, Carson insistía refutando sus argumentos y cuando los empresarios trataban de desacreditar su profesión y su carácter, ella no tembló.
Se negó a usar en las deliberaciones su caso de su cáncer del seno, por temor a que detectaran “motivos subjetivos” en su lucha, estuviera o no estuviera su cáncer, relacionado con los contaminantes del medio ambiente, sabía que el daño que habían truncado tantas vidas, era suficiente para hacer tantos cambios para que la agricultura no continuara con sus prácticas usuales.
Considérense los riesgos de hoy a las monarcas y a los agricultores. Hay millones de acres para la cosecha de maíz y soya hechos para resistir los pesticidas que matan las semillas y las semillas de leche suprimidas, por el uso indiscriminado de tales químicos, que hacen más mal que bien. Una docena de semillas tolerantes a los herbicidas (no las semillas de leche) sobreviven lo que hace que los agricultores utilicen cinco veces más los pesticidas que hace una década.
El daño colateral está en las tierra del Medio Oeste que han perdido el 58 por ciento de la semilla buscada anualmente por las monarcas. El 81 por ciento declinó entre 1999 y el 2012.
El pasado mes de febrero, Canadá, México y Estados Unidos, acordaron trabajar unidos en tareas para la recuperación de la mariposa monarca. El partido del presidente Enrique Peña Nieto sometió una inciativa de ley en el Senado para crear un corredor tri-nacional, libre de toxinas. Una legislación similar ya se prepara en Washington.
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