Por celos, envidias o por una mente retorcida, Shanda Sharer de apenas 12 años de edad fue secuestrada, torturada y quemada viva en la ciudad de Madison, Indiana, el 11 de Mayo de 1992 por cuatro compañeras de escuela, Toni Lawrence de 16 años, Hope Rippey de 16, Laurie Tackett de 17 y Melinda Loveless de 18 atormentaron a la jovencita y en complicidad la asesinaron de la manera más vil.
Loveless fue la principal interesada en hacerle daño a Shanda Sharer, además de ser quien planeó y ejecutó el mortal atentado. El coraje que sentía Loveless por Shanda era por celos y envidia, Shanda era una hija de familia, de gran belleza y excelentes calificaciones mientras que Melinda era una estudiante mediocre quien además había sufrido humillaciones y maltrato de parte de su padre.
La noche del 10 de Mayo, Melinda Lovesless organizó a sus tres cómplices para secuestrar a Sharer. A base de engaños lograron sacarla de su propia casa después de las doce de la noche y subirla a un auto propiedad de Tackett. En el interior del vehículo Shanda fue atacada por Loveless con un cuchillo sin filo. La amarraron de pies y manos y la metieron a la cajuela del coche. Manejaron hasta llegar a campo abierto, una vez lejos de la civilización comenzó la tortura para la chamaca.
Después de propinarle una brutal golpiza, fue apuñalada con el cuchillo 12 veces. Acto seguido, la ahorcaron con una cuerda. Pensando que había muerto, metieron su cuerpo de nuevo al auto y tranquilamente se pasearon. A medio camino, Shanda desde el interior de la oscura cajuela gritaba pidiendo auxilio. Se orillaron en plena calle y abrieron el maletero, Shanda cubierta en sangre intentó escapar. Laurie Tackett volvió a hundirle el mismo cuchillo en repetidas ocasiones y no conforme con eso, la golpeo en la cabeza varias veces con la cruceta.
El horror final para Shanda vino cuando regresaron a despoblado con la funesta intención de matarla de una vez por todas. La arrastraron de los pies luego de sacarla de la cajuela y aventarla al suelo, la rociaron con gasolina recién comprada y le prendieron fuego. Shanda gritaba horriblemente mientras su cuerpo se retorcía por la agonía de ser quemada viva.
La captura de las homicidas fue rápida y eficiente, las jovencitas fueron procesadas como adultos y para evitar ser condenadas a muerte, se declararon culpables de homicidio en primer grado. Laurie Tackett y Linda Loveless fueron condenadas a 60 años de cárcel con la muy remota posibilidad de ser liberadas en el año 2020. Toni Lawrence recibió una sentencia de 20 años y por buen comportamiento fue liberada en el 2000. Hope Rippey salió de prisión en el 2006 a los 30 años con la ilusión de rehacer su vida.