La corrupción como la que practicaba el ahora sentenciado ex-gobernador de Illinois, es tan común en México, que si comparamos a los gobernadores mexicanos, Rod Blagojevich, parecería como un gobernador muy ejemplar.
No pocos paisanos me han dicho, “mira aquí también hay corrupción” y les contesto, “pero aquí sí se castiga” y no hay mucho qué investigar para comprobarlo, hay en las cárceles, sólo en este estado, docenas de políticos y funcionarios públicos municipales, condales y estatales, por robar y engañar, por fraude y acoso sexual, delitos que en México no causan ninguna acusación, si los cometen los políticos.
La corrupción pública en México tal vez ha disminuido debido, más que nada, a las rivalidades de partidos que depuran el sistema, pero la costra de inmoralidad sigue siendo tan grande que se ve por doquier. Sería injusto mencionar el nombre de uno o más políticos corruptos porque se dejaría afuera a la mayoría. Hay pandilleros, narcotraficantes y caciques convertidos en diputados; presidentes municipales corruptos, que llegan a ser senadores o gobernadores, y muchos matones o ladrones que ostentan un puesto público.
En Illinois, Blagojevich, recibió su merecido por pedir favores o ayuda para su campaña política a cambio de un nombramiento, y por pedir un puesto para su esposa a cambio de firmar una ley, lo que seguramente está mal, pero en nuestro sacrificado México eso es muy común.
En esto tienen que ver la prensa. La libertad de información otorgada abiertamente por el anterior presidente, Vicente Fox, ha sido bien utilizada por los buenos periodistas y medios que se distinguen por su periodismo, pero quedan rezagos de corrupción periodística a la usanza del PRI-gobierno. La mayoría de los políticos actúan con la complicidad con periódicos, revistas y noticieros de radio y televisión que no informan al pueblo de la corrupción porque les pagan el silencio y optan por criticarlos por cosas infantiles; que si es alcohólico, porque le gusta el tequila, que nunca lee libros porque se equivocó de escritores.
Si bien es cierto que la grave situación de violencia que se vive en México ha cobrado la vida de decenas de periodistas, es la industria de los medios la que dirige su política, según los intereses creados en los que están comprometidos, lo que hace casi imposible el combate contra la corrupción. El hecho de que las cadenas de periódicos y de televisión hayan declarado, casi abiertamente, a quién apoyarán en las próximas elecciones presidenciales, es un reflejo de ese contubernio.
Los medios en general tienen que hacer un mejor trabajo de investigación y denuncia, cuando hay mucho de qué informar y esclarecer, ante una corrupción sistemática salpicada de robos, fraudes, narcotráfico y asesinatos. cometidos con gran impunidad.