Si durante la recesión económica de los 30’s fueron deportados a México miles de inmigrantes que estaban aquí en forma legal, inclusive ciudadanos de origen mexicano, no espere usted que en esta crisis económica que padece hoy Estados Unidos, el gobierno vaya a hacer lo contrario: normalizar el estatus de 11 millones de inmigrantes.
Aunque esta situación no es tan grave como la debacle de 1936, tan poco es tan insignificante para que se facilite la legalización del estatus de millones de personas que ya tienen varios años viviendo, trabajando y estudiando en este país, lo que hace que, de paso, el presidente Barack Obama se anote los puntos políticos a su favor que tanto necesita ante las criticas de los repu-blicanos deportando a otros cientos de miles más, de hoy hasta las elecciones del 2012, al menos esto es lo que esperan los, digamos, “americanos” porque, para ellos, somos sólo cifras que no hablan en nuestro favor, los números continúan siendo el dedo acusador para aquellos que indican que: “vienen a quitar el trabajo a los ciudadanos”, “vienen a vivir del Welfare”, “vienen a cometer crímenes”, falsedades alimentadas por la ignorancia, mamá del racismo.
Si bien es cierto que hay crimen y abuso contra los servicios que ofrece el gobierno, también es cierto que ese problema es más común entre los anglos y los afro-americanos y hay estadísticas que apoyan constantemente esos datos.
A través de las décadas no han sido aprendidas todas las lecciones prácticas en las que una y otra vez se comprueba que, desde fundada esta nación, la base de su progreso han sido los inmigrantes que a pocos años de su llegada crean temores y preocupaciones, pero que se asimilan por un sistema social y gubernamental que está hecho para todos.
Muchos líderes del país, gobernadores, senadores y legisladores distinguidos, pecan de oportunistas y mientras niegan a los inmigrantes que llegan, aplauden sin darse cuenta a los que, como sus padres y abuelos, también fueron rechazados a su llegada, aunque tal vez no fueran tan utilizados como válvula de escape para el comercio y la industria, como hoy se usa a millones de mexicanos y otros latinoamericanos que son deportados por motivos económicos.
No extrañe por eso, que no cesen los ataques contra los inmigrantes con medias verdades, que son mentiras completas, de parte de quienes se quejan de la crisis económica y son los primeros que quieren pagar menos por las frutas cosechadas por manos inmigrantes, de los que se sientan en un restaurante, sea Mc Donald’s, Burguer King o en una taquería, porque es económico, y lo es porque ahí trabajan inmigrantes sin papeles; son los mismos que quieren pagar menos porque les arreglen el techo de su casa con trabajo de inmigrantes que tienen años cobrando lo mínimo, ayudando con eso a que la crisis económica golpee menos al país.
Son los mismos que en lugar de ver personas, ven dinero, oportunidades, los mismos que les aplauden a políticos que ponen leyes como las de Arizona y de otros estados, leyes locales que aumentarán, mientras no se haga la tan esperada ley nacional, federal, con una reforma integral y justa que sigue haciendo mucha falta, con crisis o sin crisis.
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