Cansado de que los padres hacen poco o nada por disciplinar a sus hijos, en Illinois se ha optado por tratar de hacerlo con leyes que poco o ningún impacto tendrán en la familia y en el desarrollo de los hijos.
De tres leyes firmadas el pasado fin de semana por el gobernador Pat Quinn, relacionadas con la educación y la disciplina de los hijos, especialmente los que ingresan a una escuela pública, una afecta a los menores de edad, y gracias a otra de ellas se incluirá una clase sobre el diálogo y la convivencia para todos los estudiantes, de kindergarten hasta al 14º grado.
De esta forma, se espera, que aprenderán a evitar peleas y a intervenir ellos mismos para que no se produzca un enfrentamiento a golpes entre sus compañeros. Una ley ya existente obliga dichas clases sólo para estudiantes del 4º al 12º.
En Chicago se estudia la posibilidad de establecer un toque de queda para los niños de 12 años o menos, para que no estén en la calle después de las 9:30 de la noche.
De esta forma se da una vez más el síndrome paternalista del gobierno que toma el mando de los hijos donde falta la autoridad de los padres, que debe provenir no de la policía ni de los maestros, sino de los papás de los menores
No eson de aplaudir tales medidas, no puede ser felicitado el gobernador Quinn ni el Departamento de Policía, pero tampoco pueden ser criticados, ya que se comprometen a hacer lo que los padres no hacen, cuando en un mundo mejor, con una sociedad menos alterada en sus valores, corresponde sólo a los padres aconsejar a sus hijos, enseñarles cómo comportarse para evitar una pelea con sus compañeros y que estén en casa a la hora apropiada.
Nunca es buena señal el hecho de que sea el gobierno quien tenga que hacerse cargo de la disciplina de niños y adolescentes, en una etapa cuando más necesitan de calor de hogar y de la educación que solo los padres pueden dar.