La grandeza de Chicago se basa en la filosofía urbana de sus antecesores que desde el siglo antepasado, a pocos años de aquel incendio fatal de 1871, se empezó con grandes obras.
“Make no small plans”, se dijo… y manos a la obra. Se construyeron vías del tren que pasarían por abajo del Río Chicago, puentes con dobles vías para trenes y automóviles, se hizo que el mismo río reinvirtiera su curso hacia tierra adentro, se le ganó terreno frente al lago para la creación de parques y caminos, se construyeron los museos de Historia Natural, el de Ciencia e Industrias, el instituto de Arte, etc, etc.
Ahora el alcalde Rahm Emanuel, retoma la misma idea basada no en planes pequeños, sino en planes grandes, al anunciar la inversión de tres mil millones de dólares en obras de urbanización, creación de empleos y comercios en diferentes comunidades de la ciudad, entre ellas La Villita, Englewood y Rogers Park, entre otras.
El parque tan esperado desde hace 15 años podría ser una realidad dentro de uno o dos años en Sacramento Boulevard, entre la 26th y la 31th y un conjunto de edificios de servicio comunitario y deportivo con un hospital será construido a una cuadra de distancia en la esquina de las calles 31th y Kedzie, en los antiguos terrenos de los que fuera la secundaria Washbourne.
La crisis de la violencia armada que vive la ciudad, la inminente clausura de escuelas públicas, los cortes a los servicio estatales que afectarán a los habitantes de Chicago, no deben ser obstáculo para la realización de obras que ofrecen soluciones a largo plazo con un nivel de dignidad y carácter para nuestras comunidades.
Al parecer no hay fondos gubernamentales para los planes grandes, pero hay ingenio y creatividad para realizarlos y entre mejor se realicen, mayor será el patrimonio para las generaciones por venir.
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