Por Ezequiel Banda Sifuentes
Se acerca una inminente ola con más impuestos, nuevas cuotas, mayores multas para los habitantes de Chicago, y si tal vez puede cambiarse la forma en cómo nos darán esos golpes, para que duelan menos, son impactos que no se podrán evitar.
Lo que debe el gobierno de Chicago, o como se dice “la Ciudad”, son varios miles de millones de dólares que hay que pagar, si no queremos sufrir las consecuencias con huelgas de maestros, cortes de servicios, calles sucias y sin pavimentar y barrios sin vigilar.
Como pasa en muchos casos, especialmente con la gente latina, la culpa se le echa al grandote, al que se ve más, porque es fácil y sencillo y de esto se le culpa al alcalde, que sí tiene culpas y responsabilidades de estos y otros problemas, sí es él el administrador, pero el alcalde se llame Richard Daley, Rahm Emanuel y aunque se llamara Chuy García, el alcalde depende de un congreso llamado consejo de regidores, de concejales y de ellos cincuenta representan cada barrio, que hablan por la gente de cada comunidad, cincuenta concejales que por mayoría de votos pueden impedir aumentos de impuestos, cuotas y multas así como cortes de personal y de servicios.
Sin embargo el mal ya está hecho, viene del pasado, cuando se creó un sistema de aumentos de gastos con salarios cada vez más altos a maestros, policías, bomberos y a otros empleados, con todo y las pensiones de las cuales hay que pagarles una parte, luego vienen los altos salarios de los funcionarios municipales, donde cualquier asistente del asistente del director, cualquier subcomisionado gana sobre los 100 mil dólares anuales.
No es que diga yo que los sueldos de dichos funcionarios son enormes, pero la cantidad que ganan hoy, refleja un sistema de aumentos general y desmedido aplicado en el pasado, sin ver las consecuencias, esa óptica de grandes salarios y beneficios, con pensiones y demás es la que tienen a la Ciudad en esta situación de préstamos con muy altos intereses, causados por la pobre situación económica, causada por pasados gastos sin medida, una situación que nos recuerda a quien se hunde en las arenas movedizas.
Esto de gastar más de lo que se tiene, viene desde hace décadas con alcaldes anteriores, apoyados por concejales actuales y pasados, a espaldas de los habitantes trabajadores de Chicago que ganando menos, ahora tenemos que pagar a los que ganan bien y quieren ganar más.
Ahora es difícil, sino imposible, revertir esa cultura de excesos con el dinero público.
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