“Si tu hablas con mis amigos republicanos, te dirán que ellos se preocupan por los pobres, y les creo” dijo recientemente el presidente Obama quien agregó: “pero cuando se trata de realmente establecer presupuestos, hacer decisiones y poner prioridades es cuando no resulta”.
Podemos hacer mucho ruido sobre todo el dinero que se gasta en servicios públicos para la gente pobre y de seguro nos toparemos con los políticos de la izquierda y de la derecha que no querrán lastimar en nada los intereses de la clase media, principalmente el Seguro Social y el Medicare.
La derecha dice que todo el dinero se va en esos dos factores y la izquierda que necesita más dinero para mantenerlos, sin embargo, son los gastos los que nos llevan salgo insostenible económicamente.
Al menos en teoría hay formas para llegar a los acuerdos sobre las finanzas nacionales, que no lastimen más a los pobres ni perjudique a la clase media. Varios republicanos han hablado de cortar impuestos que oigan los trabajadores pobres y aumentar en forma muy modesta los impuestos a los más pudientes.
Por su parte, hay demócratas creativos que sugieren que se corte modestamente el gasto en el Seguro Social y Medicare para que haya fondos para ayudar a los más necesitados.
Pero esas propuestas son muy difíciles de escuchar en forma bipartidista durante las campañas presidenciales, porque los candidatos de los dos partidos están firmes en sus creencias partidistas, toca a los votantes hacerles preguntas sobre este tema en los 17 meses que quedan de campaña.
Si como han dicho Jeb Bush y Marco Rubio, uno dice que quiere hacer más para ayudar a los pobres, ¿qué tan serio sería el compromiso de que se reduzca el gasto en lo doméstico? Si como Hillary Clinton, uno cree que un activista gobierno federal puede hacer más por los pobres, ¿aprobaría uno que se aumentara el gasto público u optaríamos por cortar otros programas?
Los dos partidos empezaron sus diferentes propuestas para que el gobierno tenga una debida participación en el problema de la pobreza, y eso no va a cambiar, pero si los candidatos de ambas partes están dispuestos a poner el tema de la pobreza en sus agendas, podría considerarse un progreso, porque desde hace poco, los políticos muy raramente hablan de los pobres.
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