El dato de que el cónsul general de México en Chicago, Eduardo Arnal Palomera se va de la ciudad, ha dejado de ser un rumor para ser una realidad. Surgió desde que el presidente Enrique Peña Nieto ganara las elecciones presidenciales, y creció al tomar el mando, ahora solo falta que el Senado de la Republica confirme el nombramiento de quien ocupará su lugar.

Irónicamente, es el primer jefe consular que en tan poco tiempo hace mellas positivas en cuanto a los servicios consulares con acciones y disposiciones que no se acabarán de realizar una vez que deje el puesto.

Lo dijo hace pocos meses en una reunión realizada con representantes de las federaciones en Casa Zacatecas: que estaba dispuesto a irse cuando así lo dispusiera el presidente, que ser cónsul no es su carrera, ni su profesión, que vive de los negocios de su compañía y que le gusta el puesto de cónsul general, pero que sabía que no era de su propiedad.

Así de franco ha sido Eduardo Arnal Palomera, y así de directo es con todos, especialmente con los empleados que ya dan mejor su servicio, ya trabajan más, cuando hay más tiempo en las horas y días en que está abierto el consulado, se nota más el espíritu de servicio.

Quedan todavía algunas cositas difíciles de cambiar, un teléfono que nadie contesta, una grabadora que lo tiene a uno marcando y marcando, citas con varios meses de anticipación, etc. Arnal Palomera ha pedido más personal, a ver si se lo aprueban.

En resumen, han sido dos buenos años de un Cónsul General abierto y directo, que está, que dice presente a pesar de que de él dependan servicios que el Consulado General que encabeza, debe proveer a mexicanos ubicados en decenas de condados más.

Afiliado al Partido Acción Nacional (PAN) de cual fue una vez diputado federal, este Cónsul General se ha ganado el afecto hasta de quienes son activos miembros de otros partidos que saben que no ha visto partidismos, ha visto compatriotas mexicanos a los que ha querido servir mejor y en buena parte, lo ha logrado.