En este verano que empieza temprano, la comunidad latina de Chicago aprecia mejor los murales, porque hay en nuestros barrios, muchas paredes cubiertas con verdaderas obras de arte.
Pero hay quienes me han hablado preocupados por el mal estado de algunas de estas obras de conocidos artistas como Marcos Raya, Ray Patlán y Aurelio Díaz, y créanme, nada se puede hacer para restaurarlos y salvarlos, porque fueron pintados en paredes viejas, por falta de fondos y por necesidad de los pintores, porque realmente tienen que cobrar, y tendrán dinero para la pintura y las brochas, pero no para preparar bien las paredes.
Por eso ve Usted murales ya desapareciendo en Pilsen, a largo de la calle 16, otros más pintados en paredes viejas y salitrosas han empezado a deteriorarse, al que tan ingeniosamente pintaron a un costado del edificio de Radio Arte se pueden ver los ladrillos después de que cayera parte de la mezcla.
Quienes nos han expresado su preocupación sobre el futuro de estos murales deben guardar las proporciones económicas e históricas de otros murales que, si han tenido que ser salvados, en primer lugar por haber sido pintados en paredes que resistieron décadas o siglos a la intemperie hasta que empezaron a perder su color y que pueden resistir también los rigores de la reparación.
Sin duda, todos los murales merecen ser salvados pero si somos realistas ninguno de los que tan bien lucen en nuestros barrios fue pintado con una perspectiva real, lo que me ha comentado más de un pintor antes de realizar una obra no ha sido sobre la calidad de la pared, sino sobre el financiamiento para la pintura y para el mismo sostén del artista, ya que un mural toma semanas o meses.
Oscar Moya, Salvador Vega, Héctor Duarte, Oscar y Alejandro Romero, Luis De La Torre, también han visto, cómo algunos de sus murales, que durante meses, o acaso por unos años, lucieron bonitos, ahora están que se caen con todo y mezcla.
Hay que resignarse a perder lo que no tiene remedio y procurar más dinero para que en el futuro cada mural quede en paredes nuevas y firmes. Los murales más famosos de México se han conservado porque están bajo techo, por ejemplo, los de José Clemente Orozco en el Instituto Cabañas y los de Siqueiros en el Poliforum; los bellos murales del edificio principal de la UNAM están a la intemperie pero parece allí fueron pintados especialmente para presumir el arte frente al sol.
En Chicago tenemos muy buenos muralistas, lo que ha faltado es más apoyo para que pinten en mejores muros.