La noche del 17 de Febrero del año 2003, docenas de familias perdieron a algún ser querido en una de las peores tragedias de la era moderna de Chicago. Veintiuna personas perdieron la vida y más de cincuenta sufrieron heridas de consideración cuando una terrible estampida humana provocó el aplastamiento de quienes no pudieron abrir las puertas y murieron asfixiados. El pánico inicial fue provocado por los oficiales de seguridad quienes intentaban aplacar un altercado entre dos hombres.
Para esto, rociaron con gas a los rijosos haciendo que los más próximos a la pelea se intoxicaran iniciando así el pánico. La ola humana intentó buscar una salida al supuesto ataque de gases intencional y se dirigió a la salida más cercana sólo para descubrir que las puertas de emergencia se abrían hacia adentro y no hacia afuera como lo marcan los códigos de alerta de la ciudad. Según otros testimonios, las demás puertas habían sido cerradas con cadenas.
Un total de casi 1500 personas trataron de escapar por la misma salida únicamente logrando atascar a los del extremo quienes iban quedando debajo de los demás. Doce hombres y nueve mujeres murieron aplastados y sin poder respirar en medio del caos y el horror de esa noche. Las investigaciones arrojaron a la luz más de once violaciones a los códigos de alerta en el club.
A lo largo de dos años, la policía había sido llamada en más de ochenta ocasiones para aplacar a los rijosos del lugar. Los dueños Dwain Kyles y Calvin Hollins podían enfrentar una grave lista de cargos en su contra por su actitud indiferente ante tales descuidos. Por varios años se reunieron testimonios, argumentos y evidencias para el día del juicio, tanto Kyles como Hollins podían pasar muchos años en la cárcel en caso de ser encontrados culpables por homicidio involuntario nada más.
El Reverendo Jesse Jackson, acudió en su ayuda no sólo por tratarse de dos hombres de raza negra, sobre todo por ser contribuyentes a sus campañas políticas y sociales. Finalmente, el 25 de Noviembre del 2009 ambos hombres fueron condenados a sólo dos años de prisión por haber violado los sellos de clausura del establecimiento y no por la tragedia que ocurrió principalmente por su apatía y poca consideración a la seguridad de sus clientes.