Para vender tamales y tacos…

Por más que se hable de regular y meter en cintura oficial a los vendedores ambulantes de elotes, tamales, tacos, aguas frescas y frutas, no se lograra por la falta de visión, voluntad y sensibilidad del gobierno de Chicago.

Este mes podrían quedar cimentadas las regulaciones en relación a los pies de distancia entre vendedor de comida y el restaurante más cercano, que no debe permanecer más de dos horas en el mismo lugar, que si las unidades tienen que contar con cilindros de gas y seguro contra accidentes y tres clases de permisos: de 1,000 dólares para preparar comida, de 700 si solo la van a vender la comida y otro permiso de bomberos que cuesta 100 dólares.

Lo anterior refleja la dureza que se practicaría con los demás vendedores ambulantes de barrios como La Villita, Pilsen, el Barrio de las Empacadoras y otras comunidades de Chicago.

Si somos realistas ante la historia de más de tres décadas de los vendedores ambulantes de nuestras comunidades, estos no necesiten de muchas regulaciones y requisitos, lo que deben de hacer es servir bien a sus clientes, con limpieza, respeto y cortesía, y principalmente que los deje en paz la policía.

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