Algo similar pasa en la frontera entre México y los Estados Unidos, y en los países del Mediterráneo, en los dos lugares se culpa a leyes de respeto a los diferentes estilos de vida de la llegada de inmigrantes y otras personas que piden asilo.
En este país el Congreso respondió al horror que viven las víctimas del tráfico de niños con una ley aprobada en el 2008, para dar audiencias en tribunales a los niños no acompañados provenientes de países que no son vecinos, pero hoy, mientras miles de niños esperan ser protegidos, son entregados a las familias o a patrocinadores, en lugar de ser detenidos y ese es el caso de 57,000 niños centroamericanos no acompañados.
Son muchos niños, pero hay que ver su caso desde una perspectiva global, cuando los países vecinos al Medio Oriente de Siria, por ejemplo, reciben a 2 millones y medio de sirios. En base a números concretos, se crea la habilidad para absorber a esos inmigrantes como factores para la producción, algo que los países industrializados no ven en los inmigrantes llegados de Kenia, Jordania, Tailandia y otras naciones.
Independientemente de como se compare la carga de los refugiados, Estados Unidos y Europa ven a los inmigrantes y refugiados, con una óptica negativa. Muchos ciudadanos le han pedido al Presidente Obama que haga cambios en la ley para que los “inmigrantes regulares”, sean inmediatamente deportados teniendo solo como argumento la “protección”.
Los países de la Unión Europea se rehúsan a dar consideraciones políticas y financieras a programas de inmigrantes y refugiados, pidiendo al mismo tiempo leyes duras contra los traficantes y esto no solo son desplantes xenofóbicos, existe una cronología de eventos que indican que las leyes de protección son la única causa de la llegada de inmigrantes.
De esa forma los traficantes aprovechan esa actitud de rechazo, haciendo que los inmigrantes no califiquen como refugiados.
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