Una vez, más surge otro reporte que indica cómo los inmigrantes latinos inyectan crecimiento a la economía de Chicago, y para este caso, a la economía de cada una de las ciudades con más inmigrantes como Los Ángeles, Nueva York, Atlanta, Houston, Miami y demás.
No existe, todavía, ningún reporte, encuesta, estudio, sondeo o investigación económica, que indique que los inmigrantes, indocumentados o documentados, sean una carga para la sociedad, para el gobierno. Será porque estos hallazgos y sondeos no son puestos en las primeras planas de los periódicos, ni causan segmentos tipo “breaking news” en las cadenas de televisión que si se dieran a conocer, con esa preponderancia harían entender a los despistados que los inmigrantes siguen estando en el lado positivo de la historia de este país.
Cuántas veces tenemos que citar las cantidades de billones de dólares que los indocumentados no recuperan del Seguro Social, una agencia federal en graves problemas económicos que tal vez ya hubiese desaparecido sino fuera por la inyección de cuotas que colecta de millo-nes de trabajadores que no recibirán esos fondos de jubilación.
Nunca ha faltado el factor del crimen, del cual se culpa a los inmigrantes, especialmente si son indocumentados, no obstante, sobran reportes que rebaten esa idea. Si Los Ángeles es la ciudad con más inmigrantes indocumentados, no es la ciudad con más crimen, es que, como ha dicho el congresista Luis Gutiérrez, “el indocumentado llega a los Estados Unidos para hacer fila en las filas donde dan empleo, no en las filas del Welfare”.
No sé qué tenemos que hacer para convencer a ciertas personas de que enriquecemos las ciudades, alivi-amos al país del mal de la crisis y que hacemos el trabajo que no quieren ni blancos, ni afro-americanos y esto también se ha comprobado una y otra vez.
Los datos que apoyan a los defensores de los inmigrantes y que piden para ellos más garantías y mejores condiciones de trabajo, son tantos y tan claros que hacen pensar en las intensiones inhumanas de quienes piden la aplicación de medidas más duras para ellos, como si no fuera suficiente el trabajar recibiendo solamente el salario mínimo, alejados de la patria y la familia, sin hablar el idioma del país con la básica idea de progresar económicamente para sacar a la familia de las necesidades.
Causa indignación, frustra, el que haya individuos, supuestos profesionales, jefes de organizaciones y políticos, que se llenan la boca de dignidad y patriotismo hablando, de “asegurar” la frontera, de construir un muro más grande, y de negar a los indocumentados vivienda, educación y trabajo, una letanía que, aunque crean que sí, nunca les ha dado resultados, pero bien que los desnuda para que se vea tal cual son: unos verdaderos racistas.